TELEVISIÓN, INTERNET Y EDUCACIÓN

 

Hay temas que con el paso del tiempo no pierden vigencia y, salvo con pequeños matices, siguen manteniendo su actualidad. El artículo que presento a continuación fue escrito por mí allá por el año 1993, cuando formaba parte de la Comisión de Educación del Movimiento Familiar Cristiano de Granada.

Desde entonces el mundo de la información, la comunicación, el ocio y el entretenimiento ha sufrido una gran revolución llamada INTERNET. El trabajo se titulaba Televisión y educación. Analizaba qué es la televisión y sus influencias, tanto positivas como negativas en la vida de las familias y de los niños en particular, sobre todo en lo que concierne a la educación.

Ahora, al releer el citado trabajo, veo que no ha perdido un ápice de actualidad. Habría que poner al día algunos datos estadísticos, pero, en esencia, las afirmaciones que allí se exponen siguen siendo válidas. A todo lo que se expone en él, habría que sumarle lo que Internet aporta, que es mucho.

El mundo de la información, la comunicación, la empresa y el ocio ha cambiado. La intercomunicación personal y colectiva, tal y como la conocemos hoy, entonces, a mediados de los noventa estaba en mantillas. La aparición y difusión del correo electrónico, los chats y las redes sociales han transformado la vida de personas, familias, centros educativos, empresas y entidades de todo tipo.

Gracias a Internet el acceso a la información sea del tipo que sea, es rápido e ilimitado y está al alcance de todos, con las ventajas e inconvenientes que este hecho acarrea. Internet es como la vida misma. Aquí se pueden encontrar todo tipo de contenidos sobre arte, cultura, literatura, música, ciencia, entretenimiento, periódicos y revistas digitales, … Pero hay que mantenerse atentos. Podemos encontrar también la otra cara de la moneda: erotismo, pornografía, terrorismo… El fraude y el engaño están muy presentes en las redes.

A pesar de los grandes cambios impuestos en la sociedad por el uso, y el abuso, de Internet en todas sus facetas y vertientes, de los pros y de los contras de su indiscriminado uso, la televisión sigue estando presente en todos los hogares, incluso, en muchos casos, ligada y vinculada al Internet. Un binomio que seguirá influyendo en la vida de las personas, pero, sobre todo en los más jóvenes. Todas las alusiones a la televisión que aparecen en el trabajo son aplicables a Internet.

 

Reproduzco íntegro lo que escribí y dí a conocer a través del MFM hace más de dos décadas. Los jóvenes de entonces han adquirido otras responsabilidades como padres, educadores, trabajadores o empresarios. Las implicaciones educativas siguen siendo las mismas. Bastaría cambiar algunas referencias, palabras o títulos para que el documento pareciese escrito hoy mismo. No ha perdido su frescura a pesar del tiempo trascurrido. Que cada cual extraiga sus propias conclusiones. Es una invitación a la reflexión y a l diálogo sobre temas de actualidad que, nos guste o no, forman parte ya de nuestra vida personal, familiar, social y profesional.

 

TELEVISIÓN Y EDUCACIÓN.

 

I.  INTRODUCCIÓN:

 

Nadie duda de la influencia que la televisión ejerce sobre la sociedad actual. Todos somos conscientes de este fenómeno social que ha desempeñado un papel primordial en el desarrollo de la sociedad en las últimas décadas. La vida de muchos padres de familia actuales transcurre paralela a la propia historia de la televisión. Vivimos inmersos en el mundo de la imagen y la comunicación. El receptor de televisión se ha convertido en un instrumento cotidiano del que, difícilmente se puede prescindir, en "un miembro más de la familia", en el más poderoso e influyente de todos. Y ésto es peligroso.

En primer lugar, conviene aclarar qué es en realidad la televisión. A partir de ahí podremos plantearnos otros interrogantes y analizar las diferentes posturas ante la misma.

La televisión es:

. Un medio de comunicación,

. un medio de diversión,

. espectáculo,

. supermercado,

. escaparate,

. un medio para reír, llorar, ...,

. un medio para estar al día,

. un medio de evasión,

. UN FENÓMENO CULTURAL.

 

El fenómeno de la televisión está ahí y merece ser abordado con seriedad, no con posturas intransigentes, sino con serenidad y sangre fría.

 

Ante el hecho de la televisión existen distintas posturas, la de los que ensalzan sus virtudes y la de los que vituperan su nefasta presencia.

 

Puede que la razón no la tengan ni los unos ni los otros. Lo más lógico será adoptar una postura intermedia, una postura que surja del análisis desapa­sionado y que tenga en cuenta los pros y los contras de una influencia que nadie pone en duda.

 

Urge plantearse si la televisión influye positiva o negati­vamente en la educación de nuestros hijos, analizar sus conte­nidos y aprovechar su potencial educativo. Es a los padres, como primerísimos respon­sables en la educación de nuestros hijos, a los que nos preocupa el tema. Por eso debemos conocer los efectos que la televisión puede producir en la evolución y personalidad de nuestros hijos. Somos los primeros que debe­mos tomar conciencia de cómo los programas televisivos y sus contenidos alteran, o pueden alterar, la normal dinámica familiar.

 

Desde el M.F.C., y en concreto, a través de su Comisión de Educación, queremos hacer una llamada de atención, dar un toque de alarma a los padres para que vigilen la presencia de ese "intruso" que se ha colado en los hogares y está afectando a las propias relaciones familiares y, lo que es aún más preo­cupante, incidiendo de forma decisiva en los más débiles e inex­pertos: los hijos.

 

Queremos brindar este trabajo a todos los equipos y grupos del M.F.C. para que reflexionen sobre el tema, especialmente a los matrimonios jóvenes y parejas de novios. Ellos, más que nadie, ven la tele como algo cotidiano, han crecido y evolu­cionado al mismo ritmo que ella. Forman parte de esa genera­ción que se conoce como la de los hijos de la televisión.

 

 

II. LA TELEVISIÓN EN NUESTRAS CASAS.

 

   * DATOS QUE HACEN PENSAR:

  

El diario el País publicó el 23-12-91 unos datos de la Sociedad Europea de Biosicología que pueden servir como punto de partida:

- En el 99% de los hogares europeos hay una televisión.

- En el 50% hay, al menos, dos.

- Los adultos ven, por término medio, entre tres y cuatro horas de televisión al día.

- Los niños ven tres horas de televisión al día, por tér­mino medio.

- Los pensionistas ven seis horas de televisión al día.

- Los niños españoles (entre los 3 y 10 años) dedican una media semanal de 16 horas para ver la televisión.

- El 18% de los hogares mantiene el televisor encendido durante todo el día.

- Las horas de consumo de televisión tienden a crecer.

- El 57 % de los niños que ven la televisión prefieren hacerlo durante las comidas. Son muchas las familias que durante las comidas mantienen encendido el televi­sor.

 

Según un estudio del Ministerio de Asuntos Sociales, un 80% de menores de 14 años ven progra­mas no dirigidos a ellos.

 

 

La carga de sexo y violencia no ha desaparecido de horarios típicamente infantiles. Las cadenas de televisión, tanto pú­blicas como privadas, siguen emi­tiendo escenas de sexo, vio­lencia y mal gusto a cual­quier hora. Por otra parte, se emiten anuncios de películas nocturnas con escenas impactantes y vio­lentas a cualquier hora del día.

 

Una reciente encuesta del Instituto de Medios y Audiencias demuestra que el contenido de muchas series de dibujos anima­dos se basa en la violencia. Así lo afirma el 69% de los en­cuestados. El 55% de estas personas están convencidas de que estas series no tienen valor educativo, ni aportan ningún tipo de enseñanza.

 

La Comunidad de Madrid ha denunciado a series como "La bola de dragón", por hacer apología de la violencia.

 

El Ministerio de Educación y Ciencia firmó en marzo de 1.993, junto con las cadenas de televisión, un código deonto­lógico de protección al menor con la intención de evitar la emisión de contenidos que puedan herir la sensibilidad de niños y jóvenes en horarios familiares. ¿En qué ha quedado todo ésto?

 

La lectura de estos últimos datos puede inducir a pensar que el peligro sólo se encuentra en la emisión de programas de contenido sexual o violento, o en la aparición de escenas cha­bacanas y de mal gusto, donde abunda la grosería y el horte­rismo. A fin de cuentas, las cadenas de televisión emiten el tipo de programas que demandan los telespectadores.

 

Recientemente se ha puesto de moda un tipo de programas cuya única finalidad es alimentar la morbo­sidad. Constituyen una auténtica crónica negra de la realidad. No dudan en sacar a la luz los aspectos más trágicos de la vida y de airear, a los cuatro vientos, la intimidad personal y familiar. ¿Qué está ocurriendo?

 

   * OPINIONES SOBRE LA SITUACIÓN:

 

En una reciente entrevista (Revista Época nº 450 del 11-10-93) el realizador de televisión Narciso Ibáñez Serrador hace un llamamiento para poner coto a la vulgaridad en los progra­mas que emiten las diferen­tes cadenas. Llama "telebasura" a la televisión actual. Cita el ejemplo de Inglaterra, donde existe un código de ética, que impone unos límites para la violencia, el sexo y la vulgaridad. Reivindica un código similar para España, que ponga límites a la grosería, en la nalga, en la sangre y en la publicidad. Añade que la "televisión debe for­mar, no deformar". Considera el citado realiza­dor que "la men­talidad media del señor que se sienta ante el televisor es una mentalidad de un niño de catorce años, porque a la televi­sión no se le presta atención, porque se atiende más a las imágenes que a lo que se dice. Y hemos de tener en cuenta que a un niño de catorce años no se le puede dejar ver todo lo que quiere. Tienes que irle enseñando a ver, enseñando a escuchar, encami­nándole al mundo de la música, las formas, los colo­res, ...".

 

 

En la misma revista, antes citada, Lolo Rico, ex-responsa­ble de programas infantiles y juveniles de TVE manifiesta:

..."Una televisión que cada vez va a más en violencia y mal gusto".

... "Quieren presentarnos una televisión donde sólo tie­nen cabida dos tipos de programas:

- los mayoritarios, que son horteras, bordes, ma­chistas y carnaza para repri­midos e impotentes;

- los minoritarios, exquisitos, elitistas, esos que nadie ve".

 

José Javier Esparza, crítico de televisión, dice entre otras cosas:

..."La televisión puede ser un arma mortal para las con­ciencias".

..."Se ha llegado al extremo de que la televisión se hace para una supuesta masa de población que se lo ve todo, que se lo traga todo".

 

   * CONSECUENCIAS NEGATIVAS:

 

Los mismos estudios sociológicos mencionados anteriormente descubren que el abuso de la televisión produce las siguientes consecuencias:

 

1. Pobreza en la comunicación familiar.

 

2. Se crea el hábito de refugiarse en la tele para no crear

o afrontar situaciones problemáticas derivadas de la vida ordinaria y de la relación interperso­nal.

 

 3. Aumento de la violencia verbal y física.

 

4. Pasividad y conductas imitativas.

 

5. Excesiva dependencia de la publicidad en el consumo.

 

6. Disminución del protagonismo del especta­dor, ya que no lo hace partícipe de la realidad.

 

III. NUESTROS HIJOS ANTE EL TELEVISOR:

 

   * OPINIONES DE UN EXPERTO:

 

En la mencionada entrevista el realizador Chicho Ibáñez Serrador afirma que los niños son las grandes víctimas. "El niño que se cría frente al televisor cuyo producto es defor­mante se ve afectado en mayor o menor grado". Y añade:

- "Se utiliza el televisor como baby-sister".

- "El niño ve más horas de televisión que las que juega con sus amigos".

- "Los niños que ven televisión se apartan de los libros y dejan de imaginar".

- "Estamos educando a un ser al cual el espec­táculo de la violencia no le produce rechazo; insensible ante las tragedias de los demás, porque las ve todos los días".

- "El niño descubre pronto y mal el sexo".

- "Las grandes víctimas de la lucha por la audiencia son los niños, lo que implica que estamos mal formando la próxima generación".

Otros estudios demuestran que:

- Los observadores más intensos de la televisión se en­cuentran entre la población preescolar y en familias con bajo nivel educativo.

- Cuanto menor es el niño, mayor es la influen­cia de la televisión, y más confusión le crea, ya que tiende a confundir la realidad con la repre­sentación que de ella se hace.

 

 

Sin embargo, se constata que cuando los padres ven la televisión en compañía de los hijos, éstos ven menos programas violentos. El índice de influencia baja del 20 al 9%.

 

   * QUÉ VEN Y CUÁNDO LO VEN:

 

De acuerdo con los mencionados informes, fundamentalmente los niños ven:

. Dibujos animados y

. Programas para adultos:

- El 75% de niños comprendidos entre 3 y 8 años y el 80% entre 9 y 14 años ven programas dirigidos a los adultos.

 

Según los datos de la encuesta realizada por el Ministerio de Asuntos Sociales, los niños ven la televi­sión en las si­guientes franjas horarias:

A. De lunes a viernes:

- A primera hora de la mañana,

- a medio día,

- por la tarde.

B. Los fines de semana:

- Mañana y tarde.

Hay que resaltar que, aunque a estas horas los progra­mas pueden ser inocuos por su contenido, no lo son tanto los anun­cios que en ellos aparecen.

 

 

   * CÓMO AFECTA LA TELE A LOS NIÑOS:

 

La televisión influye en los niños desde diferentes aspec­tos:

A. Físicos y psicológicos:

 

. Trastornos del sueño.

 

. Efectos sobre la vista, debidos a los rayos lumi­nosos que desprende la panta­lla, sobre todo, cuan­do no hay otra luz en la habitación.

 

. Hábito y dependencia.

 

. Pereza mental, ya que no se requiere ningún es­fuerzo imaginativo para ver la televisión.

 

. Nula actividad física.

 

B. En el comportamiento:

. Pesadillas nocturnas.

. Disminución de la capacidad crítica de lo que está viendo.

. Dificultad en la asimilación y memori­zación.

. Mirada brillante, y vacía, mandíbula caída, lengua apoyada en los dientes inferiores y falta casi total de movimien­tos.

 

. Disminución de la capacidad de razona­miento y de emisión de juicios de valor.

 

. Acepta como bueno todo lo que apare­ce en pantalla. Peligro de adoptar como propios los juicios que se emiten en el televisor.

 

. Dificultad en la correcta adquisición del lengua­je. Disminuye su vocabulario, ya que el contacto con la televisión no requiere respuesta por parte del especta­dor. Se acentúa la "pereza lin­güís­tica".

 

C. En el juego:

 

El juego tiene una importancia capital en el desarrollo intelectual, afectivo, psicológico y social del niño. Cuando juega, el niño desarrolla una necesidad vital para su correcto y normal desa­rrollo.

 

El juego infantil es un proceso que sigue una serie de pautas:

1. Preparación: funciona la imaginación.

2. Acción: provisión de instrumentos para lle­var a cabo la actividad (juguetes).

3. Creencia de que lo que ocurre en el juego pasa en realidad.

4. Invención de una nueva situación.

Con el juego los niños aprenden y se forman, desarrollan una serie de funciones que le serán necesa­rias en el futuro.

 

El niño que pasa muchas horas sentado frente al televisor ve mermadas estas posibilidades que el juego le ofrece. En este aspecto la televisión:

- Genera pasividad e inactividad. El niño no explora el mundo que le rodea.

- Disminuye la capacidad de autocontrol del niño. La televisión no favorece el contacto físico y real, la comunicación niño-entorno.

- Favorece el egocentrismo. El niño no compar­te y disfruta con los demás. Resta oportunidades de comunicación con la familia.

- Disminuye la creatividad. El niño no inventa ni construye sus propios juegos.

- Disminuye la curiosidad. El organismo no se siente motivado para explorar, manipular y aprender del entorno.

- Disminuye la expresividad. Se ve disminuida la capacidad de comunicación del niño con la familia, con otros niños y con lo que le ro­dea.

- Merma la capacidad para resolver problemas. El juego capacita al niño para encontrar solucio­nes a situaciones imprevistas. La pa­sividad frente al televisor anula esta o­por­tunidad.

- Predispone al niño a utilizar temas, persona­jes y situaciones que ha visto por la panta­lla.

 

D. En el estudio:

 

En general, el bajo rendimiento de los niños en la escuela se debe a múltiples factores tales como la timidez, la inadaptación, la falta de esfuerzo, la cualifi­cación del profesorado, las dislexias, ...

        Como dato curioso, se constata que, en algunos casos, los malos estudiantes son grandes aficionados a la televisión.

 

Estudios realizados en los Estados Unidos han demos­trado que el comportamiento de los niños tele­ adictos influye en el rendimiento escolar, ya que:

 

- Prestan poca atención a los detalles de lo que dice el profesor.

 

- Se da un retraso en las respuestas que exigen rapidez de reflejos.

 

- Apenas utilizan sus conocimientos anteriores.

 

- No hacen un análisis sistemático de lo que se les enseña.

 

- Cuando ven la televisión hasta altas horas de la noche, pierden horas de sueño, lo que in­fluye en el rendimiento del día siguiente.

 

D. En la lectura:

 

Antes de que apareciese la televisión, el único contacto de los niños con el mundo simbólico e ima­ginario se realizaba a través de la lectura y de los relatos de los adultos. Ahora esa función la reali­za, en gran parte, la televisión. El niño ya no necesita del adulto. La pantalla le proporciona relatos, cuentos, imágenes fantásticas, historias de un mundo lejano, les muestra otras gentes que viven y actúan de forma diferente a la nuestra. Ver la televisión es más diverti­do que escuchar a un adulto.

 

Para los niños que saben leer, la televisión es un medio más de acceso al mundo imaginario. Los niños que aún no saben leer ven afectado el proceso mental que les conduce al aprendizaje de la lectura y de la escritura. La capacidad de elaborar una imagen visual y acústica en el cerebro proceden­te de una palabra escrita se ve distorsionada. Esto degenera en una cierta torpeza para pensar y expre­sarse con palabras. El niño que lee con frecuencia se expresa mejor. Cuando un niño pasa horas delante del televisor pierde destreza para concentrarse. La sobredosis de televisión provoca un deterioro en la riqueza del lenguaje.

 

IV. TELEVISIÓN Y FORMACIÓN MORAL:

 

   * VIOLENCIA:

 

Al comienzo de este trabajo se ha hecho mención del exceso de escenas violentas que ofrece la televisión. Encontramos, por una parte, la violencia real, la que está presente en todos los informativos: guerras, atentados terroristas, en­frentamientos, etc. Por otra parte, encontramos la violencia imaginaria, la que aparece en las películas, en los seriales, en las teleno­velas, etc. Es posible que a los adultos estas escenas no les produzcan daño. Saben diferenciar los hechos reales de los imaginarios, la realidad de la ficción. Pero ¿Qué les ocurre a los niños? En ellos la frontera entre el mundo real y el imaginario no está aún delimitada y el impacto que provoca una escena vio­lenta es infinita­mente mayor.

 

Estudios recientes han puesto de manifiesto que los niños españoles ven a la semana más de 400 actos violentos, principalmente muertes, atracos, persecucio­nes, secuestros, etc. Un simple cálculo nos hace pensar que entre los cinco y los quince años un niño puede presenciar en la pequeña panta­lla más de 20.000 actos violentos. Si con ésto no aumenta la violencia en nuestros hijos, al menos, va a conseguir que sean más tolerantes, más insensi­bles.

 

* EROTISMO:

 

 

La emisión de programas puramente eróticos o pornográficos está reservada a altas horas de la noche. Se supone que a estas horas los niños han de estar en la cama. Pero tampoco hay que ser ingenuos. Pero la televisión no sólo ofrece violencia y sexo. Hemos dicho que brinda aquello que la sociedad le demanda. Es como un espejo donde se refleja la sociedad actual, donde se ponen de manifiesto los valores imperantes, donde el fin justifica los medios y donde se insiste que una cosa es la ética pública y otra la moral privada. En ella, se pone de manifiesto el des­precio de los valores y normas morales. Muchos programas de televisión no hacen más que reflejar en sus contenidos la si­tuación de la moral pública y privada en nuestro país.

 

 

   * INTERVENCIONES DE LA IGLESIA:

 

Nuestros obispos denunciaron esta situación en la Instruc­ción Pastoral "La verdad os hará libres", en 1.991.     

 

En las XII Jornadas de Pastoral Familiar celeb­radas en el Escorial (Julio de 1.993), se ha denunciado la labor negativa que, sobre la familia, la educación, la juventud y la infancia están llevando a cabo muchos medios de comunicación social.

 

Juan Pablo II, en el Mensaje para la XIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, en mayo de 1.979, denunció la situación en que se encuentran los niños frente a los instru­mentos de comunicación social ..."Los niños se sienten atraí­dos por "la pequeña pantalla" y por la "pantalla grande": siguen todos los gestos que aparecen en ellas y perci­ben, antes y mejor que cualquier otra persona, las emociones y sentimientos consiguientes". En este sentido, Juan Pablo II estimula la conciencia de todos los cristianos responsables, en particular de los padres y de los operadores de los medios de comunicación social, para que no escondan, bajo pretexto de neutrali­dad o de respeto por el espontáneo desarrollo del niño, lo que en realidad consti­tuye un comportamiento de preocupante desinterés.

 

La Comisión Episcopal de Enseñanza y Cate­quesis, en sus Orientaciones Educativas para la Educa­ción Sexual en la Fami­lia y en la Escuela, en 1.985, señala la necesidad de un reglamento jurídico de los instrumentos de comunicación social que proteja la moralidad pública, en particular el mundo juvenil, especialmente en lo que concierne a revistas, filmes, programas radiotelevisivos, exposiciones, espectáculos y publicidad.

 

Recientemente Juan Pablo II, en su Encíclica "Veritatis Splendor" (1.993), analiza los errores que afectan a las cues­tiones morales y recuerda el derecho del Magisterio de la Iglesia a pronunciarse sobre cuestiones morales.

 

A nadie debe escandalizar, pues, el celo de nuestros Pasto­res de velar por las normas morales de los católicos y de la sociedad en general. 

 

V. LA PUBLICIDAD:

 

Algunos definen la publicidad como "inform­ación persuasiva sobre el mercado y el consumo".

   Todo anuncio publicitario ofrece dos mensajes:

1. El que corresponde al producto que se anun­cia. Se sirve de la palabra y de la imagen.

2. Otro inconsciente y afectivo. No se ofrece el producto en sí, sino las ventajas que éste brinda: atractivo, virilidad, status social, juventud, ...

 

La publicidad ofrece productos de mercado y de consumo. Incita y estimula al gasto, al consumismo. Por otra parte, no hay que olvidar que el soporte económico de los canales privados de televisión y de parte de los públi­cos lo constituyen los ingresos por publicidad.

 

Padres y educadores hemos de ser conscientes del tema y analizar hasta qué punto la publicidad afecta a la dinámica familiar, a las relaciones interpersonales y a la educación de nuestros hijos. Si el tema llega a preocuparnos, sería bueno plantearse las siguientes cuestiones:

1. ¿La publicidad televisiva nos manipula?

2. ¿Es realmente necesaria la publicidad?

 

De hecho, la publicidad es manipuladora, en tanto que trata de crear aspiraciones y necesidades con el único fin de satis­facer los intereses económicos de una minoría.

 

Hay una publicidad específicamente dirigida a los niños, fomenta el consumo infantil. Ofrece juguetes, vestuario, objetos escolares, pegatinas, etc. También hace referencia a películas de éxito comercial, series de televisión, personajes de ficción, ... En definitiva, una publicidad que pretende hacer de nuestros hijos verda­deros consumidores y que tiene su principal soporte en la televisión.

 

Si los adultos, consciente o inconscientemente, somos vícti­mas de estos impactos publicitarios, ¿H­emos pensado hasta qué punto la publicidad daña a nuestros hijos, los manipula y los condiciona? ¿Repar­amos cómo influye este aspecto sobre la economía familiar? ¿Es ésto causa de conflictos familiares?

 

VI. VAMOS A HACER ALGO:

 

   * ANALIZAR LOS PROGRAMAS:

 

Después de lo expuesto, no conviene dramatizar aún más la situación. No todo es

 

negativo. Más adelan­te veremos también los aspectos positivos. Nuestra actitud no

 

debe ser de recha­zo, sino la de actuar con espíritu crítico y analizar la

 

programación, elegir aquellas cadenas y aquellos programas que verdadera­mente

 

resalten los valores que estén más acordes con nuestra forma de ser y de

 

pensar. Como último recurso, cabe la posibilidad de apagar el televisor, si es que

 

no encontramos algo de nuestro gusto y agrado. A título orientativo, señalamos las

 

siguientes pautas que pueden servir para elegir un buen programa de televisión:

 

1. ¿Qué modelo de persona presenta?

 

2. ¿Qué propuesta de familia hace?

 

3. ¿Qué tipo de sociedad defiende y promocio­na? ¿Se hace una crítica del modelo

 

social presentado?

 

4. ¿Qué modelo de comportamiento propone?

 

5. ¿Prima lo anecdótico sobre lo real y humano?

 

6. ¿Se potencia la solidaridad o el individualis­mo, el egoísmo y la soledad?

 

7. ¿Hace apología de la destrucción, de la violen­cia, o se busca la justicia?

 

8. ¿Qué profesiones o roles realizan los perso­najes?

 

9. ¿Cuál es la referencia al mundo de los niños y de los jóvenes?

 

 

* EXIGIR UN CAMBIO EN LA TELEVISIÓN PÚBLICA:

 

Como ciudadanos, como contribuyentes, como padres de familia y como personas conscientes de la influencia social de este medio y de lo que significa su presencia en nuestros hogares, podemos y debemos exigir:

1. Que la televisión cumpla con sus funciones, que son:

A. Informar.

B. Educar.

C. Distraer.

2. Que sirva para humanizar, no para embrute­cer.

3. Que fomente la paz, la verdad, la honestidad y la justicia.

4. Que sea un instrumento de denuncia del mal, de la corrupción y de la injusticia.

5. Que defienda la igualdad de razas, el respeto a las culturas y a los derechos humanos, la equiparación de sexos y la defensa de los pobres.

6. Que sea respetuosa con las creencias religio­sas.

7. Que no sea un instrumento de propaganda al servicio del gobierno de turno.

 

 

* POSIBILIDADES EDUCATIVAS:

 

La televisión ofrece posibilidades para el aprendizaje, para la instrucción y para la educación en general. Ofrece limitaciones ya que no posibilita la actividad, la creativi­dad, la intercomunicación y el intercambio de ideas y expe­riencias. Es un buen instrumento para reforzar la adquisición de contenidos, tanto en casa como en la escuela. Juega un papel importante como difusor y divulgador artístico, científico, religio­so, deportivo y cultural. Es un medio idóneo para conocer nuevos lugares, nuevas gentes, diferentes formas de vida y distintas opiniones.

 

No hay que desdeñar el potencial educativo que ofrece la televisión, sino aprovecharlo, sacarle todo el partido posi­ble, que es mucho. Tan solo se necesita actuar de forma crítica, tener capacidad de elección y proceder con personalidad. Sin menospreciar los programas donde prima la evasión y la diversión, hay que buscar los que ofrezcan contenidos cultura­les, los que fomenten el diálogo, la pluralidad de ideas y la información veraz y sin partidismos.

 

Los adultos debemos cuidar nuestra actitud, nuestros hábi­tos y comportamientos frente al televisor, y de forma espe­cial, si los niños están presentes. Procurar que, en todo momento, nuestra conducta televisiva sea un ejemplo para nuestros hijos.

 

Por último, es necesario buscar otras alternati­vas al uso de la televisión, ofrecer a la familia activida­des de ocio y tiempo libre que imposibiliten la prolon­gada permanencia frente al receptor. Bastaría para ello fomentar la lectura, las audiciones musicales, la práctica del deporte, el asocia­cionismo infantil y juvenil, ...

 

 

 

 

  * USO POSITIVO DE LA TELEVISIÓN:

 

Antes hemos mencionado que no son aconseja­bles las posturas de rechazo y de

 

condena, de supresión total de la televisión del ambiente familiar. Lo más inteligente

 

para aprovechar los recursos que ésta nos ofrece es ayudarse de la escuela y

 

de otros medios para capacitar a los usuarios, especialmente a los menores, con

 

el fin de que no queden indefensos ante ella. Es necesario conse­guir que la

 

televisión sea fuente de creatividad y de recursos para ilustrarse sobre

 

determinados temas. Determinados progra­mas pueden aportar datos, información

 

e ideas, para realizar trabajos, idear juegos, ...

 

La televisión puede servir como cauce para fomentar el diálogo familiar,

 

comentar espacios, películas, noticias, ... Esto pasa por una revisión seria de la

 

programación semanal y por una selección de los programas. Aprovecharse de la

 

información que sobre los programas de televisión ofrecen los diarios y revistas

 

de información general. Esta es una tarea que corresponde principalmente a los

 

padres, que son los que deben orientar y encauzar el tipo de programas que

 

pueden y deben verse en casa.

 

Se impone, pues, una formación en todo lo referente al medio y una educación de

 

la personalidad que posibilite la elección más adecuada de los progra­mas.

 

VII. CONCLUSIÓN:

 

Ante el fenómeno de la televisión, la familia no puede, ni debe, permanecer impasible. Su influencia, tanto negativa como positiva, es incuestionable.

 

No es lógico tomar posturas intransigentes en uno u otro sentido, ensalzarla o condenarla. Es necesa­rio actuar con realismo y con espíritu crítico y cons­tructivo. Se impone una selección de los programas y un cuidado especial con los niños, racionalizar su uso. Evitar aquellos contenidos que puedan deformar su personalidad y su desarrollo evolutivo.

 

La responsabilidad de coordinar y vigilar el uso del televisor corresponde a los

 

padres. Estos han de procurar que se convierta en un instrumento al servicio de

 

la familia, que proporcione información, distracción y educación; conseguir que su

 

influencia sea positiva y sirva para humanizar, más que para embrutecer.

 

 

 

 

 

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