VIEJOS Y NUEVOS TOPÓNIMOS ALFACAREÑOS

VIEJOS Y NUEVOS TOPÓNIMOS ALFACAREÑOS

 

Un topónimo es la denominación propia de un lugar, es decir, el nombre propio particular de un territorio, paraje o localidad. También se denominan así a las palabras que derivan de dichos nombres.

La toponimia es el estudio etimológico de los nombres propios de un lugar.

El origen de los topónimos es variado, diverso y depende de diferentes factores:

1. Apellidos o nombres propios de personas.

2. El aspecto físico o material del lugar: forma del terreno, apariencia del paisaje…

3. Origen desconocido. Estos proceden en general de nombres comunes antiguos que han dejado de entenderse debido a la evolución lingüística.

En Alfacar perduran todavía topónimos procedentes del dialecto hispano-árabe que se hablaba en la época musulmana. El propio nombre de Alfacar, significa “Alquería del Alfarero”. La fuente de Aynadamar, o “La fuente de las lágrimas”, actual Fuente Grande. Albojaira, procedente de al-Buhayra, que significa “la laguna”. Alfaguara, que procede del término árabe “alfawwára” y significa manantial o sitio donde brota el agua de forma abundante.

De otros topónimos ha llegado hasta nosotros su traducción al castellano, con las consiguientes modificaciones impuestas por el paso de los siglos: umbría, solana, loma…

Otros, de más reciente creación, se han ido imponiendo sin que tengan ninguna relación, con los que tenían en el pasado.

En 1981 el profesor Manuel Barrios Aguilera, de la universidad de Granada, publicó un libro titulado: “Alfacar morisco. Un lugar en la Vega de Granada en el S XVI”. Dicho trabajo se basa en el estudio del Libro de Apeos y Repartimientos de Alfacar, de 1689, muy bien conservado y rico en detalles en los cuales se vislumbra la forma de vida y costumbres de la época. En 1991, en colaboración con A. Díaz García, el citado profesor publicó: “De toponimia granadina. Un estudio histórico lingüístico según el libro de apeo y repartimiento de Alfacar.

Apeo significa deslinde, demarcación de los bienes raíces confiscados a sus anteriores dueños moriscos con el fin de repartirlos a sus nuevos moradores.

Los apeos y reparticiones surgieron como consecuencia de la expulsión de los moriscos del reino de Granada en 1571. Recordemos someramente la historia.

Las capitulaciones firmadas por Boabdil, último rey de la dinastía nazarí granadina, y los Reyes Católicos el 25 de noviembre de 1491, fueron bastante generosas para con los vencidos. Los que lo deseasen disponían de un plazo de tres años para marcharse libremente al Norte de África, sin coste alguno. Se garantizaba el respeto de su religión musulmana, de sus leyes y costumbres. Fueron considerados como nuevos súbditos y pagarían a los Reyes Católicos los mismos impuestos que pagaban a sus antiguos emires. Quedaban garantizadas las propiedades, incluida la inviolabilidad de domicilios por parte de los cristianos. Fernando e Isabel confiaban en que se irían convirtiendo al cristianismo de forma voluntaria.

Esta situación duró hasta 1499, en que los mudéjares del Albayzín, musulmanes que vivían en territorio cristiano, fueron obligados a convertirse al cristianismo so pena de tener que marcharse de España. Se produjo una ruptura con las capitulaciones firmadas en 1491. Los musulmanes convertidos al cristianismo y sus descendientes recibieron el nombre de moriscos. Numerosas conversiones fueron fingidas. Hasta 1551 surgieron diferentes conflictos entre ambos grupos. Estos enfrentamientos se agudizaron y en la víspera de la navidad de 1568 se produjo una sublevación general en las Alpujarras (tanto la granadina como la almeriense), en la sierra de Bentomiz, en la Axarquía y en la Serranía de Ronda. Este levantamiento, conocido como Guerra de las Alpujarras, comenzó como una simple guerra de guerrillas, se fue extendiendo y generalizando por toda la zona y las fuerzas cristianas, al mando del marqués de Mondéjar, fueron incapaces de acabar con el conflicto. La necesidad de acabar con la guerra de forma rápida y efectiva determinó que Felipe II enviase a su hermanastro Don Juan de Austria, con algunos tercios de Flandes para que terminase el conflicto de forma definitiva. Este consiguió la rendición de los sublevados en 1570. El primer jefe o cabecilla de la rebelión se llamaba Don Fernando o Hernando de Válor que cambió el nombre por el de Aben Humeya en Béznar. Traicionado y asesinado por algunos de sus antiguos seguidores en Laújar de Andarax, fue sustituido al frente de las mermadas fuerzas moriscas por su lugarteniente Hernando de Zaguer, conocido como Aben Aboo.

Los sublevados en las Alpujarras enviaron emisarios al Albayzín y otras poblaciones de la Vega para que se uniesen a la rebelión, algo que no consiguieron.

Los moriscos de Alfacar no se sublevaron. Se limitaron a concentrarse en las Canteras en señal de protesta por los hechos acaecidos.

Inmediatamente después se produce el decreto de expulsión de todos los moriscos del reino de Granada hacia tierras de Castilla principalmente. Entre 1609 y 1614 fueron expulsados definitivamente de España, en dirección al Norte de África.

Las consecuencias de dicha expulsión fueron nefastas para la economía y especialmente para la agricultura. La hacienda real vio mermados sus ingresos de forma considerable. Amplias zonas quedaron despobladas y una superficie ingente de suelo sin cultivar. Surgió la imperante necesidad de repoblar esas tierras por gentes procedentes de otros lugares de España. La primera repoblación y repartimiento te tierras y bienes de los antiguos moriscos se produjo en 1579, bajo la supervisión del juez Loaysa.

En el caso de Alfacar el 93% de los bienes del término municipal eran propiedad de moriscos expulsados. En principio se consideró la instalación de 120 nuevos vecinos entre los que se repartirían dichos bienes, tanto rurales como urbanos. Estos deberían abonar a la hacienda real los cánones y precios establecidos. La medida en parte fracasó y no dio los frutos esperados. No se cumplieron las expectativas ya que se producían muchos impagos. Esto originó que en 1689 se produjese una segunda reorganización y ordenación de la población que ascendió a 239 contribuyentes, por herencia o fragmentación del reparto hecho en el siglo anterior.

Los precios se fijaron de acuerdo con la calidad del terreno, ya fuese de regadío o de secano o de la naturaleza del inmueble.

De la Fuente Chica partían dos acequias. La primera hacia el camino de la Cuesta Colorada. En la actualidad persiste el nombre del pago de las Cuestas Coloradas. La segunda seguía su curso hacia la Era Empedrada. Actualmente persiste la Acequia Empedrada. Posiblemente esta era es la que algunos hemos conocido como la del Cura, totalmente urbanizada desde los años ochenta del pasado siglo.

El precio de los terrenos de regadío se fijó a 5 reales la fanega de tierra.

Los terrenos de medio riego o de secano se vendieron al precio de 1,5 reales la fanega. Comprendían los pagos de Mármol, Galán, Sotillos, Alajama, Turmel, Cañadas, Almendral, Culebra, Jumosillo, Ermita y las Canteras.

El real era una moneda de plata con un peso de 3,35 gramos que empezó a circular en Castilla en el S XIV. Constituyó la base del sistema monetario español hasta mediados del S XIX. En 1481 los Reyes Católicos fijaron su valor en 31 maravedíes. En 1497 su valor pasó a ser de 34 maravedíes. En tiempos de Felipe II un real de plata seguía valiendo 34 maravedíes y un escudo de oro tenía un valor de 16 reales de plata. Existieron también monedas con submúltiplos del real como el medio real y el octavo de real. En el S XVI Carlos I y Felipe II establecieron monedas con múltiplos del real como la de dos reales, la de cuatro reales y la de ocho reales, que se hizo muy popular y era conocida como el “real de a ocho”.

La fanega era la extensión de terreno que podía sembrarse con una fanega de simiente. La capacidad de una fanega tenía un valor variable, según las diferentes regiones. En castilla la capacidad de la fanega equivalía a 55,5 litros y en Aragón 22,4 litros. La superficie de una fanega, o hanega, también era variable. En Castilla la fanega de tierra equivale a unas 64 áreas (6.400 metros cuadrados), unos 12,19 marjales, aproximadamente.

El marjal, del árabe al-marah, significaba de gran extensión, descubierto y rodeado de construcciones. Era una antigua medida agraria equivalente a 100 estadales granadinos o 5 áreas y 25 centiáreas (525 metros cuadrados). Se usaba en el antiguo reino nazarí de Granada, abarcando extensas zonas de Granada, Almería, Málaga y Jaén. En la comarca de la Vega de Granada, de la que forma parte Alfacar, el marjal equivale a 528,42 metros cuadrados.

Como dato curioso, y por lo que a mi apellido se refiere, en el libro de apeos y repartimientos de 1689 aparece un contribuyente llamado Lucas Molero, a quien correspondió un censo de 352 reales. Aparecen varios con el apellido Fernández. Hay otros con el apellido Rojas. Mi familia paterna se apellida Molero Fernández. Es lógico suponer que serían antepasados. No figura nadie con el apellido Hita. El primer Hita que se estableció en Granada fue un comerciante de sedas procedente de Sevilla en el S XVIII. Mi abuelo materno, José Hita procedía de la vecina localidad de Nívar. Los apellidos García y Rojas, correspondientes a mi abuela materna, sí que aparecen en el citado libro de apeo y repartimiento.

Otros topónimos que aparecen en el citado libro de apeos y repartimientos, citados por el profesor Barrios Aguilera, son los siguientes:

- Eras Altas. Persisten en la actualidad.

- Alcantarillas. Hoy día existe una barriada llamada la Alcantarilla.

- El Albercón. Actualmente existe una barriada llamada de los Albercones o Abarcones. Los albercones eran grandes albercas que se utilizaban para remojar el lino, tejido muy usado en la antigüedad.

- Río Atrás. Existe aún con ese nombre, aunque en la época árabe recibía el nombre de río Guitalzamín.

- Álamo Encantado. Ignoro su ubicación.

- Sotillos. Existentes en la actualidad.

- Aliar. En la actualidad hay un pago llamado Rincón de Allar.

- Fuente Grande. Fuente de Aynadamar o “Fuente de las Lágrimas”, que da nombre a la acequia del mismo nombre que todavía conduce sus aguas hasta la barriada granadina del Fargue.

- Cañadas. Actualmente existe el pago de la Cañada de la Coba.

- Alajama. Perdura todavía.

- Turmel. No localizado.

- Cerrillo. Persiste un pago llamado el Cerro, cerca del término de Guevéjar. Más próximo a la población hay un lugar denominado el Cerro Emilio.

- Barrio del Pilar. En aquella época existían varios pilares distribuidos a lo largo de la población. Es muy conocido hoy día el Pilarillo, en la parte baja del pueblo.

- Vereda de las Terreras. Hoy es denominada como camino de las Terreras.

- Eras Bajas. Esa zona está hoy día totalmente urbanizada, pero persistieron hasta los años setenta del siglo pasado.

- Cuesta Colorada. Ahora se dice en plural: las Cuestas Coloradas.

Otros topónimos árabes citados por los profesores Barrios Aguilera y Amador García, extraídos del mencionado libro de apeos y reparticiones de Alfacar y que, traducidos al castellano siguen vigentes son:

- AJUNAINA: significa “la huertecilla”, “la hortezuela”. Era un pago de regadío, próximo a Alfacar, de 46,5 marjales, regado con agua de la Fuente Chica, lindante con los pagos Fadín Habid, Fadín Toraya y el río Guitalzamín, actual Río Atrás.

 - ALMINUAT: “la moraleda”, “el moreal”. Lugar abundante en moreras o morales: moraleda, moreal, moreda. Era un pago de regadío con agua de la fuente del Morquil. En la época musulmana, incluso en la de los moriscos el cultivo de la morera y la cría del gusano de seda propiciaron una industria de la seda, por desgracia desaparecida, tras la expulsión de los moriscos. En muchos de los terrenos asignados, y recogidos en el libro de apeos, figuran moreras, entre otros árboles, como los olivos.

 - ALOGAINIC: “la fuentecilla”, “la fuente chica” o “las fuentecillas”. En árabe “al-uwayyina”. Era un pequeño pago, con olivos, junto al lugar de Alfacar. Al parecer se refiere a la actual Fuente Chica, que recibía el nombre de Ayneabaata o fuente de Aben Ata. Todo el entorno está urbanizado, aunque permanece el manantial, bajo la actual Plaza de la Fuente Chica.

- AYNEALMUSUR: “fuente de las águilas”, “los buitres”. Fuente en la Sierra, entre los términos de Alfacar y Víznar. En una ocasión paseando por las cercanías de la Cruz de la Sierra de Alfacar, mi amigo Carlos Maldonado, gran conocedor de la zona, nos habló de la existencia de un nacimiento de agua en sus proximidades.

- BAYNEÇAGUIQUI: “entre acequias”. Era un pago de regadío con agua de Fuente Chica, al NO de la población. Linda con los pagos de Zoor y la Alquinicia. En la actualidad perdura un pago llamado de la Canicia.

- CARIALFAQUÍ: “alquería del alfaquí” o jurisconsulto. Es el mismo topónimo que Carialfaquí o Carifaquín. Se encuentra en el término de Cogollos Vega.

- ÇUBAQUEL: “loma del perro”. Perdura un pago llamado la Loma y otro con el nombre de Loma de Jun. La llamada Cuesta del Perro estaba situada por encima de la Cuesta de Víznar. Parte está urbanizada en la actualidad y otra atravesada por la actual carretera que conduce a dicha población.

- FADIN ALHAYJE: “pago de la culebra”. Perdura en el día de hoy con ese nombre. Es un pago de secano situado al O de la población. Linda con el pago del Almotachal y los ríos Nívar y Alfacar. La voz procede de faddin o fadín, que significa yunta de bueyes para arrastrar el arado. Esta palabra dio lugar a la obrada o yugada, que es la extensión de tierra de labor que puede arar una yunta en un día. Hoy ya no quedan yuntas. Las tareas agrícolas han sido sustituidas por el tractor. En mi infancia era frecuente escuchar esta palabra entre los agricultores y gañanes para referirse a las obradas que tenía una finca o haza. Es un término equivalente a fanega o hanegada, que, como mencioné con anterioridad, equivale a la extensión de tierra que se puede sembrar con una fanega de semilla o simiente. Posteriormente adquirió el significado de pago, pedio, finca y haza, términos que perduran.

- JAMIÇ: “solana”. Lugar donde el sol da de lleno por estar expuesta hacia el mediodía. Es un pago de secano, al N de Alfacar y hacia el término de Nívar. Linda con el río y barranco de Nívar. En la actualidad existen otros pagos, además del citado, con ese nombre, como la Solana de la Ermita, Solana de la Casilla. En el libro de apeos se menciona el pago de Solana de las Viñas. Pocas quedan ya en todo el término municipal. Aparecen también Jamiç Alcázar: “solana del Alcázar” y Xamiç Anexeme: “solana del álamo negro”.

- JAUFÍ: “umbría”. Terreno que mira hacia el N. Se refiere a un pago de regadío al NE del término de Alfacar, regado con agua de la Fuente Chica. Predominan los Olivos. Linda con los pagos de Hazabad, Almotachel , Alquinicia y barranco de Jamir. Sólo perdura el nombre de la Canicia. Aparecen también Jaufxum: “umbría de Jun” y Jaufi Biznar: umbría de Víznar.

 

Juan Abellán Pérez en su obra “La voz de los moriscos en los LAR del reino de Granada (Deslindes y amojonamientos)” menciona también como topónimos alfacareños:

- Río Handacabud: “barranco del oso”.

- Algaradmudfura: “cueva del agua”. Se encuentra en la Sierra de la Alfaguara. Muy deteriorada por la acción y explotación humana. Actualmente se encuentra vallada y protegida.

- Río Guitalzamín: ya mencionado. Es el actual Río Atrás. Personalmente, me gusta más el término Guitalzamín que el de Río Atrás. Nombre de la calle en la que vivo.

Gracias a los trabajos de los citados profesores Barrios Aguilera, Díaz García y Abellán Pérez he podido comprobar cómo, a pesar del paso de los siglos, algunos topónimos permanecen con el nombre original que poseían antaño, en las épocas árabe y morisca. Otros perduran, si no con su denominación árabe, sí con su traducción al castellano. Como tarea pendiente, me queda identificar algunos de los topónimos antiguos, con el nombre que poseen en la actualidad. Por último, no estaría de más recuperar la denominación antigua para lugares tan emblemáticos y conocidos como la Fuente Chica (Fuente de Ayneabaata) o Río Atrás (Río Guitalzamín). Ahí queda la propuesta.

 

Juan Evangelista Molero Hita

Mayo de 2017

 


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