NIÑO, VETE A JUGAR AL CEMENTERIO

Este ruego lo escuché docenas de veces durante mi infancia. La primera vez quedé un tanto desconcertado, ya que nuestro lugar habitual de juegos era la Plaza de la Iglesia. Pregunté a mi abuela Frasquita por qué me mandaba allí. No me hacía mucha gracia eso de irme a jugar al cementerio. Con su habitual paciencia y maestría me explicó que antiguamente el cementerio estaba ubicado en los aledaños de la iglesia, e incluso se sepultaba a gente en su interior. Por motivos de salud pública, a mediados del S XIX se decidió que los cementerios se trasladasen a lugares situados en las afueras de las poblaciones.

En la plaza de la Iglesia no había lápidas ni nada que indicase que aquello había sido un cementerio. Sólo algunas cruces de piedra, sobre los pretiles que rodeaban la plaza daban testimonio de que el lugar había tenido otros usos diferentes a los habituales. La presencia de cruces en las plazas y calles del pueblo era muy habitual. Todavía hoy perduran algunas en las plazas del Prado, de San Marcos y en la Ermita de San Sebastián. Son los restos de un antiguo viacrucis que recorría varias calles y plazas del pueblo y que concluía, según tengo entendido, en la Ermita dedicada al ahora patrón del pueblo de Alfacar, San Sebastián. La última de ellas quedó aislada, arrinconada y olvidada al lado del puente que cruza sobre la autovía A-92. Todas ellas eran similares y respondían a un mismo modelo. Construidas de piedra extraída de las canteras existentes en aquella época.

El antiguo cementerio acogió durante casi cuatro siglos los restos mortales de los difuntos del Alfacar cristiano. La actual iglesia fue construida a principios del S XVI. Ignoro dónde estaba situado el cementerio del Alfacar musulmán. Posiblemente muy cerca del casco urbano actual, en su parte NO.

Era costumbre dar sepultura a algunas personas en el interior de las iglesias. Los altares situados en los laterales de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción fueron erigidos y costeados por familias adineradas y pudientes para que acogiesen sus restos mortales. Aún puede leerse sus nombres.

Recuerdo, siendo aún muy niño, cuando se construyó el mercado que estuvo ubicado en la actual Plaza del Prado. Al excavar zanjas, bien para la conducción del agua potable o para el alcantarillado, siempre aparecían restos humanos. Estos eran recogidos y depositados en la huesera del actual cementerio. Incluso en obras más recientes realizadas en el interior de la iglesia, como en la remodelación de la plaza, siempre han aparecido restos, cuyo destino ha sido el mismo: el osario.

En la Plaza de la iglesia han jugado numerosas generaciones de niños y niñas. Era, y sigue siendo, lugar de encuentro, de reunión… Allí se han celebrado, y se siguen celebrando, fiestas, verbenas, y todo tipo de eventos culturales y recreativos. En mi época escolar servía de patio de recreo. Fue testigo de innumerables juegos: el trompo, la rayuela, la lima, las canicas, guardias y ladrones, manecica la quieta, borrego, mano en alto, reyes, chichirivoy, correcalles, el pañuelo, el valiente, fútbol… Juegos olvidados en su mayor parte, por desgracia, pero que desarrollaban de forma excelente capacidades físicas y habilidades motoras. Lamento no acordarme de todos.

En la actualidad, son pocas las personas que pisan la plaza y son conscientes de lo que se encuentra en su subsuelo. Allí reposan nuestros ancestros, nuestros antepasados, nuestros tatarabuelos… Y, sin embargo, ni una placa, ni una lápida, ni un signo que nos lo recuerde. Nadie ha removido conscientemente ni un gramo de tierra. Lo vemos tan natural… Mi propio hijo se extrañó cuando le referí que la Plaza de la Iglesia es el antiguo cementerio.

Hace unos años, el Ayuntamiento de Alfacar quiso construir un polideportivo en los Llanos de Corbera, frente al Cortijo de Pepino. Fueron muchas las voces que se levantaron en su contra. Algunos llegaron a insinuar que aquello constituía una falta de respeto, una ofensa, para las víctimas de la Guerra Civil asesinadas y enterradas en los alrededores. La propia Isabel García Lorca afirmó que aquella zona era un cementerio. Se desestimó el proyecto y la propia Junta de Andalucía favoreció y financió la construcción del actual centro de salud, del teatro municipal en los Albercones y del polideportivo en la Era del Cura.

Recientemente, con gran repercusión mediática, y con financiación pública, se han removido en balde toneladas y toneladas de tierra en los Llanos de Corbera, justo donde se quiso construir el citado polideportivo, para intentar localizar, por tercera vez ya, la tumba de Federico García Lorca y sus infortunados acompañantes.  A unos doscientos metros de allí se encuentran los tristemente famosos Pozos de Víznar, donde yacen centenares de víctimas fusiladas por el bando nacionalista en la pasada Guerra Civil.

Con el debido respeto para todos los difuntos, sean cuales sean las circunstancias de su muerte. Tan humanos han sido unos como otros, tan dolorosa ha sido su partida y tan grande el vacío que han dejado en sus allegados. El polvo vuelve al polvo, lo que perdura es el recuerdo.

Incongruencias y paradojas de la vida…

 

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